Divisamos a lo lejos aquel taxi que nos arrancaba del verano para sumirnos en un largo invierno. Al menos yo lo sentía así.
Estacionó en una parada a unos diez metros de donde nos encontrábamos y nos dirigimos hacia allí.
Sentía mis piernas terriblemente pesadas, me costaba andar, supongo que no querían abandonar aquel sitio.
Me paré para observar por última vez aquel bloque de apartamentos y reanudé mi paso intentando que fuese más ligero, de repente quería salir de allí Auxiliar de enfermeria .
Fue entonces cuando escuché a mis espaldas el sonido de unos pasos que se acercaban a la carrera, pensé que seria algún crío que bajaba a la playa pero una voz conocida hizo que el corazón me diese un vuelco.
_¡¡¿Os marcháis ya?!!_
Era Iván el que había corrido hacia nosotras al ver que nos click aqui.
Llevaba una toalla al cuello y dedujimos que se dirigiría seguramente a la playa cuando nos vio.
Mi cuerpo comenzó a temblar como el primer día en que me encontré con sus ojos, solo que esta vez también noté que me temblaba la voz.
_Hola Iván...y adiós, ya ves_ dije con un tono de tristeza y resignación sin dejar demasiado claro si era por él o por el final de nuestras vacaciones.
_Pero...,yo pensaba que os marchabais mañana_ respondió él.
Nos explicó que el día anterior lo había pasado fuera de Peñíscola visitando a un familiar que también veraneaba en un pueblo cercano.
_Dame tu teléfono, deprisa _ espetó.
El taxista esperaba, las maletas permanecían cerradas, ¿de donde sacaba yo un bolígrafo?, no tenía nada a mano.
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