A ratos me hablaba de sexo, pero no era desagradable, ni vulgar, incluso era divertido.
Cuando lo conté al día siguiente en la Visitar las galapagos, algunos me dijeron que estaba loca por haberle seguido la conversación, otros querían saber qué me había dicho y cómo, y los más decididos, llegaron a preguntarme si me había excitado. No, no me excitó, pero reconozco que me halagó, aunque pudiera ser un juego peligroso.
Nunca más volvió a leer mas.
Han pasado dos años, y hace un par de meses que lo ha vuelto a hacer. La primera vez eran las 6 de la mañana. Yo había tenido una nochecita movidita con Adrián y me había acostado muy tarde, así que aunque le reconocí enseguida, le dije que estaba muy cansada y tenía sueño. Le colgué y no insistió.
Pero desde entonces ha llamado varias veces. Nuestras conversaciones, hasta ahora, habían sido muy cortitas, pues siempre me había pillado ocupada con otras cosas, pero se conformaba cuando le decía que tenía que colgar. Me seguía hablando en susurros y me contaba lo mucho que le gustaba, qué sueños tenía conmigo y cómo desearía conocerme. Me preguntaba si me molestaba que me contara eso.
- La imaginación es libre, y los sueños también –le decía yo.
Ayer sábado estaba sola en casa. Eran más de las doce de la noche y andaba aburrida, no había nadie conectado en el messenger, cuando sonó el teléfono. ¿Quién sería a estas horas?. Aunque parezca increíble, pensé en él.
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