Eso de sentir mariposas en el estómago, ese no vivir esperando una llamada, una cita… hace mucho que no lo siento, y a veces me pregunto si quisiera volver a sentirlo. Alguna vez me ha parecido sentir un atisbo de enamoramiento –Marcos, O…- que desaparecen al poco tiempo, sin saber ni porqué. Si me preguntan si soy feliz, la verdad es que sí, me siento bien sin novio ni ataduras ni compromisos, pero … ¿por qué no enamorarme, aunque sólo fuera un poquito?.
JEFES, JEFECILLOS Y leer aqui ....
Nunca deseé ser la secretaria de nadie, prefería cuando estaba en el montón, con las demás, hablando entre papeles, tomándome un café tranquilamente... pero hete aquí que me ascendieron, y desde entonces he ido teniendo un jefe tras otro...
El baboso
Su aspecto me parecía repugnante. Siempre repeinado, sus dientes oscurecidos por el tabaco, su ropa del año de la Maricastaña (encima presumía de que gastaba poco en ropa, jooo, ¡no tenía que jurarlo!), y encima olía a meado de gato –y de eso yo sé un rato– aunque luego resultó ser su colonia.
El típico que cuando ibas un poco mona, con falda y demás, te hacía entrar en el despacho para “dictarte”; sólo le venía la inspiración del dictado en esos días. Una vez, se me queda mirando y me suelta:
- Cuando veo a alguna con el pelo rojo como tú, luego le veo el “otro” pelo, y me decepciono ...
Y yo que me le quedo mirando arqueando la ceja, y pensando: ¿y cuándo vas a ver tu “otro” pelo si no es el de tu mujer?, desgraciaooo !!!.
Cuando se marchó del trabajo, se hizo una cena de despedida. Él me esperaba en la puerta con un ramo de rosas -¡qué bochorno para mí!- luego se sentó a mi lado y no dejaba de meter su mano sobre mi pierna. Lo malo es que nunca hacía nada exagerado como para que yo pudiera llamarle la atención. Se acercó a mi oído y me susurró:
- Ahora que no voy a ser tu jefe, si no quieres algo conmigo tendrás que decírmelo a la cara.
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